¿Cómo acercarnos al ejercicio de la reflexión constante desde el rol docente?
Las concepciones sobre el docente han ido evolucionando a lo largo de los años, más aún si nos referimos al rol que desempeñan acompañando a la primera infancia. Pero, ¿cómo es que la transformación del maestro impacta en la calidad del acompañamiento en aula?, ¿qué significa ser maestro hoy en día?
Rosario García-Huidobro, nos cuenta al respecto: “Construir nuestra identidad como docentes es un proceso de aprendizaje relacional que se negocia cada día en el aula.”
Los maestros y las maestras se vuelven aprendices junto con sus estudiantes y en cada desafío encuentran la oportunidad para reflexionar sobre su práctica y así seguir potenciando su quehacer docente.
Por tanto, un docente reflexivo hace uso de los conocimientos adquiridos desde la teoría pedagógica utilizándola como referente en la toma de decisiones y está en constante monitoreo de su propio desempeño docente, en función de sus acciones individuales y en conjunto con distintos integrantes de la Institución Educativa.
Surge aquí una gran interrogante: ¿Cómo acercarse al ejercicio de la reflexión constante desde el rol docente?
Al respecto, John Dewey (1989) plantea tres actitudes básicas para el desarrollo del pensamiento reflexivo:
1. Mentalidad abierta
Se centra en la idea de saber escuchar, identificar otras miradas o puntos de vista distintos respecto a una situación, estar atentos y abiertos a encontrar diversas posibilidades y ser capaces de aceptar el error para así hallar soluciones más eficaces.
Recordemos que, la mentalidad de crecimiento🔗, término del que ya hemos hablado en una publicación anterior y dentro del cual se trabajan muchas de las capacidades mencionadas, está relacionada con la idea de encontrar aprendizaje en los aciertos y desaciertos.
Desarrollar este tipo de mentalidad es posible y una gran manera de iniciar ha sido reflexionando sobre nuestra práctica docente durante los primeros meses del año.🔗
2. Entusiasmo o “hacer las cosas de corazón”
Implica ser un maestro con la capacidad de despertar el disfrute en sus estudiantes y, por ende, su propio entusiasmo y pasión al desempeñar esta profesión.
Sabemos que hay días más fáciles que otros y que en la cotidianidad los docentes enfrentan momentos de mucha exigencia, no solo por parte de los estudiantes, sino también al acompañar a familias en el proceso de adaptación, acomodación y al sentirse más seguros y confiados con la Institución. Sin embargo, el ejercicio de identificar acciones e intervenciones destacadas durante la cotidianeidad, brinda las herramientas necesarias para auto evaluarse y celebrar aquellos logros del día a día.
Ser conscientes de esos logros nos lleva a disfrutar mucho más de pequeños momentos de la rutina.
3. Responsabilidad
Está directamente relacionada con saber asumir las consecuencias de las acciones y decisiones que se toman tanto en el aula como en la Institución en la que se trabaja. Asumir el resultado de estas decisiones implica una actitud crítica y reflexiva por parte del docente, quien será capaz de escucharse internamente, cuestionarse y enrumbarse en la búsqueda de nuevas estrategias.
✅No olvidemos que la reflexión es una capacidad, por lo cual, es necesario ejercitarnos en esta práctica constante de manera intencional y aprovechar las situaciones que se nos presentan en la cotidianidad para realizar este ejercicio. De esta manera lograremos establecerla como un hábito enriquecedor desde el rol docente.
Y tú ¿Cómo te acercas al ejercicio de la reflexión constante?
Bibliografía:
📌Pablo César Torres Cañizález (2015) La formación de docentes reflexivos: un reto para las universidades en el siglo XXI.🔗
📌Rosario García-Huidobro Munita (2014) ¿Cómo ser docentes reflexivos?🔗
📌Mora Donoso, Marcela (2005) El educador como agente reflexivo en el proceso de formación educativa.🔗