Según Stanislas Dehaene -uno de los estudiosos del pensamiento matemático infantil- todos nacemos con un instinto matemático que va evolucionando en el tiempo.

Alrededor de los tres años y medio los niños saben que el orden en que se cuenta es clave. Para ellos apuntar a un objeto mientras se cuenta es irrelevante, siempre y cuando cada objeto sea contado una sola vez. Sin embargo, los niños a esta edad siempre se dan cuenta si alguien se olvida de contar un objeto o lo hace dos veces. Los niños aprenden rápidamente cómo contar, pero al inicio no saben el porqué o para qué. A esta edad pueden contar y contar pero si les preguntas cuántos hay es probable que te respondan con un número cualquiera.

Aproximadamente a los cinco años los niños comienzan a establecer el significado de los números y del ejercicio de contar. Desde muy chiquitos los niños tienen una especie de “acumulador interno” que les da una idea de un número aproximado de cosas que tienen alrededor. Un niño puede estar jugando con dos pelotas y contarlas, “uno, dos”. Después de hacerlo varias veces, se da cuenta que el “dos” es la cantidad total de pelotas que tiene. Se dará cuenta que ese “dos” representa una cantidad numérica. De pronto ese juego de repetir y contar tiene sentido: es la mejor forma de decir “cuántos hay”. Esa es la habilidad de entender la cantidad de un grupo y el nombre asociado con esa cantidad.

Esta transición es un gran paso para el desarrollo del pensamiento matemático y sucede de forma gradual. A través de experiencias diarias los niños pueden empezar por sí solos juegos de prueba y error de contar, sumar y restar de manera intuitiva. Lo primero que veremos es el uso de los dedos para contar, e incluso permutar. No hay límite para la cantidad de números que pueden contar y usar una vez que hacen esta transición de contar por contar, como un juego, a tener una representación numérica.

Estas son algunas estrategias para ayudar a que los niños desarrollen el concepto de número:

📌 Verbalizar los conceptos matemáticos, como por ejemplo cuando un niño cuenta lo que ha hecho y explica cómo internaliza lo que ha aprendido. Los niños recuerdan las cosas cuando las explican. Por eso, hay que crear los espacios para que los niños expliquen, cómo, por qué y qué pasos siguieron en su trabajo y expliquen por qué pusieron “más” o por qué quitaron y cuántos hay.
📌Usar de forma explícita términos matemáticos, como por ejemplo, “más”, “menos”, “igual”, “grande”, “pequeño” en las conversaciones diarias.
📌Hacer visible las nociones numéricas en el día a día. Todos decimos que los números son parte de nuestra vida, pero no los incorporamos en las conversaciones con los niños, por ejemplo en pensar juntos en los precios, las cantidades a la hora de comprar o de preparar algo en la cocina o incluso al hablar de un partido de fútbol. Llevar las matemáticas a las conversaciones de la vida diaria la convierten en algo muy real. Los niños las incorporarán en su vida diaria.

🌟Hagamos el esfuerzo de incorporar las matemáticas en nuestra vida diaria y hacerles preguntas retadoras a los niños para que sigan expandiendo su pensamiento matemático. Al final, como dijo el experto Dehaene, todos nacemos con un instinto matemático que va evolucionando con estas experiencias.🌟

Referencias

Stanislas Dehaene (1997). The Number Sense. How the mind creates Mathematics. Oxford University Press, New York.